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EL PUENTE SOBRE EL DRINA. Creando lazos

Posted by on 5 de septiembre de 2014

autor: Ivo Andric
año: 1945

     Esta es una novela distinta a todas las que he comentado en este blog. Aquí no se cuentan las peripecias de tal o cual personaje. Las aventuras, las desdichas o el crecimiento personal de un grupo de protagonistas, ni nada parecido. En El puente sobre el Drina nos narra la historia de una pequeña aldea a lo largo de varios siglos. El relato arranca en el siglo XVI con la construcción de un enorme puente sobre el rio Drina en Visegrado, un pueblo Bosnio muy cerca de la frontera de con Serbia, y termina en 1914 durante los primeros meses de la Gran Guerra.

Un-puente-sobre-el-Drina

     Ivo Andric, Premio Nobel de Literatura en 1961, elabora algo así como una intrahistoria. Nos explica como los cambios históricos fueron repercutiendo en la no tan tranquila vida de los habitantes de la aldea. Visegrado, a causa de su localización, ve alterada, una y otra vez, su cotidianeidad por estar situada geográficamente en medio de las luchas constantes entre los grandes imperios euroasiáticos. El novelista trata de mostrarnos como los conflictos nacionales, interfieren la cotidianeidad de los ciudadanos de la aldea. A pesar de no interesarse ni entender demasiado bien la naturaleza de estos conflictos.

     En mi opinión El Puente sobre el Drina es ante todo una obra antibelicista y pienso que también un alegato contra la política. Escrita durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial Andric trata de argumentar, al menos desde su óptica, como la sencilla vida de un pueblo se ve perjudicada por las decisiones tomadas en lugares distantes y extraños. Supongo que ante el esperpento de una segunda conflagración europea en apenas veinte años, el escritor yugoslavo sacase unas conclusiones más bien pesimistas entorno a las relaciones políticas e internacionales.

     Otro aspecto interesantísimo de El Puente Sobre el Drina es la descripción de las relaciones entre los vecinos que profesan distintas religiones. Vemos como las diferencias culturales y religiosas de los visegradenses (no tengo ni idea si es así como se dice) no dejan de ser simples anécdotas. Similares a los problemas vecinales que se dan, constantemente, en cualquier otro pueblo de cualquier otro estado. Y por supuesto, nada que ver con el ese llamado choque de civilizaciones tan en boga en la última década. Visegrado, situado entre el este y el occidente, aparece como una comunidad relativamente estable y homogénea, y las distintas maneras de entender la vida, que existen, son toleradas por cada uno de los vecinos sin demasiada hostilidad.

     Si Ivo Andric decidiera terminar el libro con una moraleja, aunque no siento simpatía por estas, diría algo así como que las diferencias que existen entre los seres humanos son normalmente expresión de intereses extraños, y se difuminan cuando se permite que el problema sea resuelto por los individuos implicados.

 

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