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EL GRAN GATSBY. O como volver a vivir el pasado.

Posted by on 2 de noviembre de 2013

autor: F. Scott Fitzgerald

año: 1925

 

     Existe un conjunto de obras, al igual que escritores, que son más conocidas PlantALBA.qxdque leídas. Novelas que mantienen, o incluso aumentan, su notoriedad generación tras generación a pesar de no ser apenas leídas por el nuevo público. Pues bien, creo que a este nutrido grupo pertenece también El Gran Gatsby. Muy pocos lectores podrían decir algo acerca de lo que contienen las páginas de la novela más famosa de Scott Fitzgerald. O al menos antes del estreno este último año de la película de Baz Luhrmann.

     En lo esencial la película, en la que Di Caprio encarna al joven dandy millonario, hace justicia al libro publicado hace ocho décadas. Ya no solo por que el relato es rigurosamente fiel a como lo plasmó la pluma de su creador original, sino también porque en muchos momentos el filme, sin ser excepcional, supera a la obra escrita en expresividad y emoción. Y consigue que el espectador comprenda y empatice, más y mejor, con la historia de lo que logra Scott Fitzgerald con su novela.

     El Gran Gatsby es una narración que resulta apresurada y su estilo y estructura recuerda a la de una obra de teatro. El autor decidió despachar la trama en apenas medía docena de momentos. Una pena, pues había dado con unos cuantos ingredientes interesantes de sobra para dar lugar a un libro mucho más voluminoso en extensión, profundidad y calidad literaria. Gatsby es un personaje cautivador e interesante que podría resultar aún más misterioso si al lector se le ofrecieran más páginas para descubrirlo. Además queda en un limbo de confusión los detalles de la relación entre Daisy y Tom Buchanan. Las infidelidades de este y la compresión conservadora de ella. O  los detalles sobre el enamoramiento, o no, entre Jordan Baker y Nick Carraway. Pero sobre todo resulta decepcionante que Francis Scott Fitzgerald no viese adecuado que ese sentimiento tan extraño que podríamos denominar “celos retrospectivos gatsberianos” no mereciera mayor tratamiento que unos cuantos esbozos sueltos. La tenacidad romántica del rico protagonista y sus planes obsesivos y enfermizos son lo suficientemente complejos en si mismos, como para imaginar una obra literaria que superaría en mucho las menos de doscientas páginas que contiene esta. Por supuesto no pienso que la brevedad sea un defecto, al menos en literatura, pero creo que cuando tienes unos cimientos como estos se merecen una estructura más vistosa.

     No descarto que en este caso la fama de la novela de Scoot Fitzgerald jugase en mí un papel negativo al leer el libro. Puede que mis expectativas fuesen demasiado altas, pero la novela me ha resultado totalmente decepcionante. Por supuesto que Fitzgerald escribe con ingenio pero la historia narrada es plana y simple. Y como ya dije, lo más imperdonable de todo es que los instrumentos para un libro con más calado estaban ya presentes. Un joven fascinado por el dinero y la elegancia, una chica insustancial que simplemente se deja llevar por la corriente, aunque cambie de pronto de dirección. Y su marido, un hombre tosco que solo teme quedar en evidencia. Y por último Gatsby. El gran misterio de la novela que no consigue ser tan enigmático como se pretende.

     Cómo en otras ocasiones, lo grave de El Gran Gatsby no es que carezca totalmente de calidad literaria. El problema es que enseña mucho más de lo que demuestra. Solo una elaboración más pausada y elaborada la convertiría en la grandísima novela que creo que no es.

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