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EL SENTIDO DEL HUMOR DE LUDWING

Posted by on 4 de noviembre de 2017

Ludwing Wittgenstein fue el noveno hijo de una familia judía, adinerada, burguesa y poderosa del viejo y antisemita Imperio Austrohúngaro. Su padre fue un importante y exigente industrial, socio de los Krupp y uno de los hombres más ricos de la tierra. Su madre, una mujer con un refinadísimo gusto artístico y con talento para la música, la pintura y la poesía. Según él mismo reconoce, el joven Ludwig nunca encontró consuelo y comprensión para sus inquietudes en el seno familiar.Tres de sus cuatro hermanos se suicidaron y su instructor de juventud también. Se formó en ingeniería pero abandonó la disciplina a los veintitantos, no descubriría su auténtica vocación hasta casi los cuarenta años; siempre consideró que no tenía talento para nada en especial. En varias ocasiones se vio en la obligación de sobornar a los nazis para que dejaran en paz a su familia.

Durante la Primera Guerra Mundial, en el frente, escribió el ´TractatusLogicoPhilosophicus´, obra por la que recibiría reconocimiento mundial, pero en la que teorizaba sobre el fin de su propia disciplina, la filosofía. Pocos años más tarde renegaría del ´Tractactus´ y reconocería la frustración que las consecuencias teóricas de su única obra le había provocado.

Ludwing vivió solo, sin apenas amigos. Durante largas temporadas se autorecluyó en una cabaña de las montañas noruegas. Jamás asumió su homosexualidad y se cree que nunca mantuvo relaciones sexuales. Vivió atormentado y acomplejado por causa de la estricta formación religiosa en la que fue criado. Su mejor amigo, David Pinsent, del que se cree que estaba enamorado, murió durante la Gran Guerra. Con apenas treinta años renunció a la herencia y a la fortuna familiar, y cuando se le diagnosticó cáncer de próstata se negó a recibir tratamiento. Los últimos años de su vida los paso enfermo y sin dinero, durmiendo en pensiones baratas y en pisos de antiguos discípulos.

Murió solo en la casa de un pastor protestante, que le daba alojamiento por caridad; sin contacto con su familia y sin la compañía de ninguno de sus pocos amigos. La esposa del pastor, que lo acompañó durante la agonía del día de su muerte, asegura que sus últimas palabras fueron: «Dígale a mi familia y a todos mis amigos que mi vida fue maravillosa.»

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